MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO
50 Aniversario
Catedral Basílica del Pilar
28 de octubre de 2017
Vivir la alegría del amor en la familia
+ Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza
“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Sal 125, 3).
Querido Sr. Vicario Episcopal y Consiliario Diocesano del MFC, D. F. Javier Pérez Mas; hermanos sacerdotes consiliarios y colaboradores; queridos Presidentes Nacionales; Presidentes Europeos; Presidentes del MFC en Zaragoza; Delegados y Vicedelegados de Familia y Defensa de la Vida; Movimientos y Asociaciones de Pastoral Familiar; miembros de vida consagrada y fieles laicos.
Os agradezco vuestra presencia esta mañana aquí en la Catedral Basílica del Pilar y os felicito por la celebración de las bodas de oro del MFC en nuestra Diócesis de Zaragoza. Reconozco vuestros trabajos y desvelos en esta misión tan importante de la pastoral familiar para la Iglesia y para la sociedad.
En esta Eucaristía damos gracias a Dios por el don a nuestra Iglesia Diocesana de Zaragoza del MFC y por todas las personas que a lo largo de estos cincuenta años han trabajado en la pastoral familiar dentro del Movimiento, según la mente de la Iglesia. La labor pastoral del MFC se ha estructurado en una serie de servicios: a la infancia y juventud; a la orientación y solidaridad familiar; a los encuentros de reflexión y espiritualidad; a la promoción; a la espiritualidad; a los medios de comunicación social.
El Movimiento Familiar Cristiano
Es bueno recordar sus orígenes y su naturaleza. El MFC cumple en nuestra Diócesis de Zaragoza cincuenta años; fundado el 2 de octubre de 1967, al poco tiempo de la clausura del Concilio Vaticano II; Zaragoza fue la primera Diócesis de España en instaurarlo.
Es un Movimiento evangelizado y evangelizador de la familia desde la familia. El rasgo específico del MFC radica en no ser exclusivamente un movimiento conyugal, sino también familiar. El MFC aspira a realizar entre sus miembros un MODELO DE FAMILIA, que potencie el desarrollo personal de cada uno, que facilite el diálogo y que se abra a los demás; lo que la convierte en una familia abierta y comprometida.
El Magisterio de la Iglesia
Durante estos cincuenta años el magisterio de la Iglesia ha iluminado la realidad del matrimonio y de la familia. El Concilio Vaticano II, especialmente, en el capítulo primero de la segunda parte de la constitución pastoral Gaudium et spes (la dignidad del matrimonio y la familia). El beato Pablo VI con su encíclica Humanae vitae. San Juan Pablo II, en su Carta a las Familias y en la exhortación apostólica Familiaris Consortio. El Papa Benedicto XVI, en sus encíclicas Deus Caritas est y Caritas in veritate trató distintos aspectos de la vida familiar. Finalmente, el Papa Francisco, recogiendo el fruto de los dos últimos Sínodos de los Obispos dedicados a la familia, ha publicado la exhortación apostólica Amoris laetitia.
También los Obispos de España hemos ofrecido abundante y rica doctrina sobre el matrimonio y la familia, sobre todo, en la instrucción pastoral: La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad.
Vivir la alegría del amor en la familia
Permitidme que ahora brevemente destaque algunos aspectos fundamentales del mensaje del Papa Francisco, que nos invita a vivir la alegría del amor en la familia. En Amoris laetitia, el Papa nos impulsa a proponer de un modo renovado e ilusionante la vocación al matrimonio y a mostrar la belleza, verdad y bien de la realidad matrimonial y familiar como un don de Dios, como una respuesta a una vocación excelente.
El Papa Francisco nos recuerda también que “la familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales” (Evangelii Gaudium 66). En España se está actuando también contra los verdaderos valores del matrimonio y de la familia a través de determinadas leyes ya aprobadas y las que se esperan en el futuro, que no respetan el derecho natural. El Estado se constituye en artífice de los derechos de los individuos, a través de un positivismo jurídico, en el que hay una separación del contenido natural del derecho, que es patrimonio inalienable de la conciencia moral de cada persona. Así se priva a la vida social de su sustancia ética y la deja indefensa frente al arbitrio del Estado y de los poderes políticos de turno.
Ante esta situación preocupante, la Iglesia, los católicos y los hombres de buena voluntad no podemos callar, sino que tenemos que alzar la voz, a través de los cauces democráticos y legales, para denunciar esas leyes injustas, que lesionan el orden moral y la dignidad de la persona humana. Sin dignidad humana no hay verdadera democracia.
“Defender y promover la familia y la vida es la tarea que se abre a nuestra Iglesia en el comienzo del siglo XXI como camino largo, pero cargado de esperanza en la construcción del futuro” (CEE, Instrucción Pastoral: La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad, n. 136).
Es la hora de infundir esperanza a las familias, tentadas de desánimo y angustiadas por las dificultades de un ambiente hostil. Es necesario que las familias confíen en Dios, que no cesa de actuar en la familia y en las personas. Los cristianos hemos de mantener firme nuestra esperanza en los designios de Dios y ser fieles a la misión evangelizadora que la Iglesia nos propone para los comienzos del nuevo milenio.
El camino de la familia necesita una morada, un ambiente apropiado, un tejido de relaciones donde pueda crecer y germinar el deseo humano. No hay persona sin personas, matrimonio sin matrimonios, familia sin familias; por ello es urgente generar una cultura verdaderamente familiar […] Por este motivo el desafío y la misión de la Iglesia hoy es ser arca de Noé, sacramento de salvación, hospital de campaña, en palabras del Papa Francisco, generando espacios y tiempos nuevos, un ambiente y una cultura favorables en los que la familia pueda crecer y vivir en plenitud su vocación al amor.
En la Eucaristía que estamos celebrando, con motivo de los cincuenta años de la fundación del MFC en Zaragoza, damos gracias a Dios por el camino fecundo recorrido. En nuestras familias hemos tratado de vivir las recomendaciones de San Pablo en la carta a los Colosenses: el uniforme de la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión; el perdón y el amor; la paz y la celebración de la Acción de Gracias. Habéis procurado, con vuestra vivencia y compromiso, ser sal de la tierra y luz del mundo. Ahora queremos vivir el momento presente con plenitud de vida familiar y proyectamos vivir el futuro con renovada esperanza. En esta Eucaristía encontraremos la fuerza necesaria para “vivir la alegría del amor en la familia”.
Que la Virgen del Pilar, nuestra Madre, nos acompañe en el camino. El Señor que ha comenzado en nosotros una obra buena, Él mismo la llevará a término. Felicidades. Amén.